martes, 26 de junio de 2018

CARRERA DE GLOBOS




                                

             En estos días, un hecho puntual, fue detonante debelador de un acontecimiento adormilado en mi memoria de largo plazo desde mi niñez.  Repentinamente desde algún lugar de  mi memoria volví hacer presente un hermosa mañana de primavera en el parque municipal de Cañada de Gómez, cursaba la escuela primaria, con no más de diez u once años.  Todos los alumnos de la escuela estábamos presente, ansiosos, emocionados, por participar de una competencia, competencia que era muy común por esos años, por lo menos, en el sur santafesino, corazón de la pampa húmeda. Se trataba de una carrera de vuelo de globos, cada uno de nosotros disponía de un globo inflado con elio, al que se le adosaba una pequeña esquela, con nuestro nombre, el del colegio y la dirección.
          Era todo un acontecimiento la previa al lanzamiento, se entregaba el globo a cada participante, el llenado de las esquelas, registro, etc. Cuando todo estaba ya a punto, se realizaba la suelta de globos al aire, para que iniciaran un camino incierto. La competencia  la ganaría aquel globo bendecido por las condiciones del viento y por la buena fortuna al momento del aterrizaje, pero también dependía de la buena voluntad de las personas que lo encontraran y enviaran a la dirección del colegio, la esquela adosada al globo, indicando el lugar donde lo hallaron. Así en las semanas sucesivas esperábamos ansiosos el correo postal, que trajera la carta del lugar más lejano certificando así al ganador de la competencia, que se haría acreedor a un premio que no recuerdo cual era.  Y efectivamente no recuerdo el premio, ni por menores de la competencia, si participaba solo mi colegio o eran de todas las escuelas del pueblo, si el evento se llevaba cabo para el día del niño o para el día del estudiante. Si recuerdo la emoción que me generaba el liberar el globo, la ansiedad de esperar la vuelta de las primeras esquelas, la esperanza de que todavía podía llegar la mía y convertirme en el ganador. Cuando pasado los días, las semanas y ya cerrado el concurso, la incertidumbre de cuál habrá sido el destino de mi globo, tal vez nadie lo encontró, tal vez apatía si es que alguien lo pudo recoger. Emociones antagónicas de euforia y esperanza en la suelta y frustración posterior.  Emociones que lograron hacer huella en mi memoria y guardar en algún recóndito lugar de mi mente este recuerdo. Este recuerdo, hoy a ´más de 40 años vuelve a mi consciente y voy a contarte cual fue el hecho actual que lo develó.   A fines de abril de este año vio la luz mi primer libro “El NeuroEmprendedor, un modelo para el éxito”, la Feria Internacional del Libro, fue el lugar de su lanzamiento, alegría, euforia, entusiasmo, esperanza, emociones similares a las que sentía en la suelta de globos,  El NeuroEmrendedor hizo las veces de mi globo, y lo lancé al aire,  para que recorra su camino, para que vuele donde el viento lo lleve, para que aterrice en mentes ávidas, para que sea descubierto por personas de buena voluntad a las que pueda ayudar.  A diferencia de la carrera de globos,  ahora la historia  es distinta, las emociones se asemejaron a la de la suelta, pero una vez el libro en la calle, camino a las librerías, al encuentro del lector, las emociones no fueron las mismas que en la carrera, en la agónica espera después de la suelta,  aunque he de reconocer que también me visitó en esta ocasión la ansiedad e incertidumbre respecto su destino, pero rápidamente  se impusieron emociones de satisfacción, alegría, gozo, gratitud, felicidad, cuando poco a poco vi aterrizar el libro en distintas provincias, en distintas ciudades, cuando comencé a notar que por los lugares que va sobrevolando genera interés o al menos curiosidad y que está llegando a emprendedores  y personas de distintas provincias del país.

El hecho desempolvante en  esta historia, tuvo lugar cuando recibí un mail de un lector, contactándome por una consulta sobre un tema específico que deseaba aplicar a su proyecto,   Al momento de leer   “… soy de  Puerto Iguazú, Misiones  y en viaje por la provincia de Bs. As he comprado su libro.." Automáticamente volví  cuarenta años atrás , recordando la carrera de globos,  es la carta que esperaba, alguien devolvió mi esquela. Apareció  automáticamente  ese recuerdo adormilado, me invadieron las mismas emociones, y fue como cerrar un círculo, cerrar una historia ¡mi globo tenía una respuesta! 

                                                                                                  Rubén Dario Blanes 
                                                                               



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