Pasó mucho tiempo desde mi último post, mi actual ritmo
de vida me demanda cada vez más prisa, más eficacia y prontos resultados.
La falta de tiempo compite con la perfección en lo que hacemos, a tal punto que
trata de erigirse como una meta per se. Paradójicamente la búsqueda de la
perfección no es un camino perfecto, en muchas ocasiones, ello hace mucho más
rígido nuestro pensamiento, nos hace muy críticos con nosotros mismos.
En éste camino que se transforma ya en una carrera de fondo entre velocidad, aciertos, creatividad y resultados aparecen jugadores inesperados como la ansiedad, el miedo y sufrimiento.
Estos jugadores nos tironean hacia atrás, no nos dejan avanzar e inclusive nos paralizan, logrando
que abortemos nuestro proyecto, porque nunca será perfecto. Y cómo nunca verá
la luz, nunca lo sabremos tampoco.
Por ello no es la perfección el camino para que nuestro proyecto nazca, tampoco
estoy haciendo una apología de la mediocridad, sino todo lo contrario el
verdadero camino lo encontramos a través de la excelencia, y en ella no tiene cabida la ilusoria
perfección.
Seguir el camino de la excelencia en todo lo que hacemos implica esforzarnos haciéndolo de la mejor
manera posible, poniendo en ello todo nuestra atención, nuestra energía y
pasión, disfrutando del camino. Si el resultado no es del todo como lo
esperábamos, internalizamos ese aprendizaje y seguimos adelante.
Yo quisiera escribir un artículo perfecto, tú , deseas
una vida perfecta, tal vez una pareja
perfecta o el emprendimiento perfecto.
Lamento desilusionarte amigo mío, pero ello no pasa de ser una percepción
distorsionada de cómo son las cosas. Un artículo perfecto no es más que una percepción de algo absoluto,
inmejorable, sin errores de ninguna naturaleza, y ello al igual que la vida
perfecta o la pareja perfecta no existe más que como un modelo teórico
imposible de emular y hasta muchas veces ni siquiera logramos
conceptualizarlo.
Por ello ante la disyuntiva
de lo perfecto por hacer o lo hecho, prefiero siempre lo hecho aunque imperfecto,
hecho está, el tiempo, el esfuerzo, el compromiso en la búsqueda de la
excelencia nos hará mejorar el resultado.
En el cambiante mundo de los negocios, el pasar demasiado tiempo
perfeccionando una idea, un proceso no tiene cabida en esta era de emprendimientos
ágiles y dinámicos. Los emprendedores deben adaptarse rápidamente a las cambiantes
realidades del mercado y de su entorno, convirtiéndose en personas innovadoras
con pensamientos creativos que aprenden de sus errores y permanentemente actúan
y avanzan. Esta característica es muy difícil
de conseguir por las personalidades perfeccionistas.
En el
camino de la excelencia, utilizamos la mejor versión de nosotros mismos, sin
obsesionarnos con nuestras debilidades, mejorándolas poco a poco, redoblando el
esfuerzo y dejando de lado cualquier excusa lograremos resultados excelentes.
Rubén Dario Blanes ( Máster en NeuroCoaching) |